'Hay cosas mejores para gastar el dinero que mover los restos de Franco'

Diecisiete claveles blancos y rojos reposan junto a la tumba de Franco. La lápida es austera, aunque está rodeada de la majestuosidad de la Basílica del Valle de los Caídos. Tan sólo figura el nombre de Francisco Franco y una cruz. La sepultura puede tener los días contados si finalmente se lleva a cabo la recomendación de la Comisión para la aplicación de la Ley de Memoria Histórica de trasladar los restos del dictador y enterrarlos donde decida la familia.

Al otro lado del altar, se encuentra la tumba de José Antonio Primo de Rivera, que tiene más flores que la del dictador. Ésta sí se podrá quedar, según el dictamen de la citada comisión, aunque sus restos deberán ser reubicados dentro de la Basílica para estar en igualdad de condiciones con los demás enterrados en el recinto. La diferencia, a juicio de los expertos, es que el general no fue una víctima de la Guerra Civil mientras que Primo de Rivera sí lo fue, ya que lo que se pretende es que el centro del Valle de los Caídos sea, exclusivamente, "un homenaje a todas las víctimas de la guerra, sean del bando que sean".

Pese al revuelo levantado por el anuncio de la comisión, nada turba la tranquilidad del valle de Cuelgamuros en la madrileña sierra de Guadarrama. Los turistas van llegando poco a poco, ajenos a la polémica. Un grupo de chinos ríe y se fotografía sin parar delante del hermoso paisaje: "No sabemos. Mejor preguntar a españoles", contestan.

Otras, al contrario, se han apresurado a ver la tumba "antes de que se la lleven". Las hermanas Gargallo, catalanas de turismo por Madrid, rechazan frontalmente la iniciativa. "La historia hay que saberla y hay que respetarla. En muchas catedrales, hay gente enterrada, ¿también las vamos a destruir? Este Gobierno no ha hecho más que tonterías", se lamenta María Luisa.

Tampoco se muestra conforme con la idea de "resignificar" el Valle de los Caídos para que represente a las víctimas de los dos bandos: "Esto de los dos bandos ya se ha acabado. Han pasado 35 años y Franco se murió en la cama. Nadie tuvo narices de sacarlo. ¿A qué vienen a mover ahora sus restos?", argumenta indignada.

A Paula, que reside en el cercano San Lorenzo del Escorial y se ha dado un paseo por el Valle de los Caídos, no le parece mal la iniciativa "si ven que es la solución para arreglar algo", aunque considera negativo que acabe removiendo el pasado.

'Él fue el que construyó la obra'

No sólo los españoles. Algunos de los turistas extranjeros también se postulan en contra de la propuesta, como Leslie de origen venezolano: "No me parece bien porque si él fue el que construyó la obra y está enterrado acá, es una parte que pertenece a la Historia", asegura mientras se hace fotos con sus amigas. "Con todo lo de la crisis me parece absurdo estar haciendo ahora traslados", censura.

Si el respeto a la Historia es uno de los argumentos más utilizados para oponerse a la iniciativa, otro de peso es el económico: "Tal y como está el panorama, que se preocupen de solucionar las otras cosas", critica Azahara. A su lado, su marido, Toni Bordas, lo tiene claro: "Hay cosas mejores para gastar el dinero que mover los restos de Franco".

Vanesa, que se niega hablar delante de la Cámara, considera la medida totalmente superflua: "Yo no soy franquista, pero me parece absurdo que después de tantos años, quieran moverlo. No lo veo necesario".

En el interior de la Iglesia, comienza la misa de las once. Los sacerdotes imparten la Eucaristía mientras los niños de la Escolanía de la Abadía Benedictina entonan la música sacra desde las sillas del coro. Ahora, será la Iglesia la que tenga la última palabra para decidir sobre el contencioso, ya que cualquier actuación en el interior de la Basílica exige su preceptiva autorización.