La Guerra de Crimea: El conflicto olvidado que pudo haber pasado a mayores

Un conflicto que ha pasado desapercibido y que pudo haber tenido un desenlace fatal

La guerra de Crimea, uno de los conflictos armados más problemáticos de los últimos siglos, y probablemente —y en esto creo que nadie discierne— como uno de los mayores conflictos del siglo XIX.

Esta guerra se ocasionó debido al desmedido avance de las tropas rusas por la zona del Imperio Otomano, que en aquel momento padecía de una gran inestabilidad política, económica y social, debido a varios conflictos internos y externos del Imperio.

Hubo dos bandos en esta guerra, por un lado, el Imperio ruso respaldado por el Reino de Grecia, y por el otro lado al Imperio otomano, respaldado por el Reino Unido, Francia y el Reino de Cerdeña —que se unieron al Imperio otomano, no por buenas relaciones, sino por temor a la expansión del Imperio ruso—.

Aunque la guerra se desarrolló en varios territorios como Francia o Turquía, principalmente la disputa tuvo lugar en la península de Crimea —Territorio actualmente disputado entre Rusia y Ucrania —, y se continuó desarrollando ahí como lugar principal hasta el fin de la guerra en 1856, en este mismo lugar se puede destacar la Batalla de Sebastopol,  no solo por su relevancia en la guerra al ser la batalla más importante, también por la aparición de varias figuras expertas en el campo de la medicina, como pudo ser Pigorov, que prestó su ayuda al Imperio ruso, o el que antaño había sido médico de La corte de Francia, Auguste Nélaton tomaron parte en este conflicto.

Finalmente, la guerra llegó a su fin en 1856, con el tratado de París, debido al poco avance que rusia había logrado, en este tratado, se declaraba al mar negro como territorio neutral, haciendo que ni el Imperio otomano ni el ruso pudiesen dejar armamento militar de ningun tipo, en la costa del mismo mar.

Después de todo esto, solo cabe contemplar el fausto final que tuvo para las personas de aquella época, una guerra de tal magnitud, que podría haber destruido—o tal vez remodelado— lo que ahora conocemos como Europa.