"Bicho lo identifiqué a partir del año 2020 con la pandemia, el coronavirus"
El 9 de diciembre este autor procedente de Piña de Esgueva (Valladolid) presentó su nuevo libro de relatos cortos titulado "Bicho" en el espacio de la Fundación Santa María la Real de Aguilar de Campóo.
15.12.2024 - Ihsan El Bouzkraoui
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En esta entrevista hablamos con Jesús Medrano “Gabilucho” autor de Bicho, su narrativa más reciente publicada en abril de 2024. En esta conversación, descubrimos más sobre sus inspiraciones y su proceso creativo. Además, nos adentraremos en su lado más personal y haremos un recorrido por su etapa como docente. Acompáñanos y descubre qué hay detrás de las páginas de Bicho y su autor.
¿Qué te inspiró a dedicarte a la literatura y cuándo comenzaste a escribir profesionalmente?
El origen de esta vocación viene de niño, incluso antes de ser de vuestra edad. Yo, más o menos, recuerdo haber escrito las primeras cosas como a los 12 años, pero cosas muy sencillas. Siempre he pensado que era por el afán de mi madre de contarme historias. Mi madre hablaba muy claro, muy alto; quería que yo aprendiese a hablar bien, y me contaba historias o cuentos. Eso me hizo a mí, a los 12 años, intentar hacer alguna cosa. Algunas aún las tengo guardadas como, por ejemplo, pequeños poemitas.
Luego, durante toda mi vida, he estado dedicado a una profesión: he estado 38 años en la enseñanza. Entonces, yo siempre he escrito más o menos regularmente porque me gustaba intentar hacerlo bien, pero sabía que no era mi profesión, y hay que dedicarle tiempo a una cosa para hacerla de verdad. Cuando me he jubilado es cuando me he decidido a hacerlo profesionalmente. Fue a partir de ahí cuando ya tuve todo el tiempo. No porque eso me fuese a reportar dinero —porque yo ya vivía de mi pensión—, sino porque tenía todo el tiempo del mundo.
Ahí sí, excepto vivir de ello con dinero (que no da la literatura a este nivel), en todo lo demás, sí que me profesionalicé. A partir de ese momento con una editorial, haciendo las cosas con los pasos que debe hacer un escritor profesional de principio a final. Antes había hecho intentos, pero de publicar yo solo, de autopublicar, que era diferente.
Bicho es tu última publicación. ¿Cuál fue la motivación detrás de este libro en particular?
"Bicho" lo identifiqué a partir del año 20 con la pandemia, el coronavirus. Ese era el bicho. La gente decía: “¡Qué te entra el bicho!”. El bicho es el virus.
Ese bicho, simbólicamente, es para mí también un mal que padecía mi mujer en ese momento, con un cáncer terminal. El miedo a que volviese eso es el inicio del libro. Todos los relatos, cuando los leáis —o quien los lea despacio— verán que van al pasado, un pasado que se tiene miedo a que vuelva, y siempre vuelve. Es implacable cuando sucede, y va a descubrir cosas que no nos gustan. Pues el bicho es el anuncio, simbólicamente, de que viene algo del pasado, vuelve y va a tener consecuencias. Mi mujer se murió hace tres años.
Eso era un poco en el fondo, pero yo no hablo de mi mujer ahí, no. Las historias tienen eso detrás. Esa fue la motivación. También porque durante la pandemia había que hacer algo: nosotros estábamos encerrados en mi casa sin salir, porque no se podía. Mi mujer no se podía contaminar porque, en esos casos, sin ninguna defensa, hubiese sido fatal; si hubiese pillado el coronavirus, hubiese muerto. Estuvimos casi dos años sin salir, sin que vinieran los hijos a casa para que no lo trajesen. Prácticamente eso fue la motivación de fondo.
¿Cómo describirías tu estilo literario?
Yo hago un estilo siempre realista, acorde con la tradición realista española, en la que a ese realismo le doy un toque, digamos, localista. Uso un estilo y un lenguaje en mucha de mi escritura en general que tomo de mi tierra, de donde yo soy. Bueno, de Castilla, pero soy de un pueblo de Valladolid, Piña de Esgueva.
En realidad, es un realismo con toques de autoficción. Más o menos eso es lo general que yo me descubro cuando pienso cómo escribo.
¿Ha cambiado a lo largo de los años?
He ido encontrando lo que yo necesito. Uno no se puede engañar ni engañar a los demás. Tienes que ser sincero con lo que sale de ti. No se puede decir "voy a ver si hago una cosa que venda 200.000 ejemplares, a ver si me lo propongo". No.
El estilo es el hombre, se dice. Uno es como es, tengo que ser yo mismo. Luego, cada libro es buscar de qué manera yo mismo se traduce en palabras. Los libros no van, como cree la gente, que dices: "Oye, yo te quiero contar una cosa y esta cosa que ya la tengo bien ideada, voy a ver ahora cómo la pongo en palabras adecuadas". No. Tú te metes en un maremágnum de palabras y, al final, tú mismo vas a encontrar qué es lo que querías decir.
Porque muchas veces no sé bien lo que quiero decir de entrada. Lo busco con las palabras, y lo que controlo es mi manera de utilizarlas.
¿Cuál de los relatos que forman Bicho consideras el más personal o especial para ti?
Hay muchos especiales, pero bueno, por señalar 2 diré que el primero y el último son dos recuerdos de mi etapa de estudiante en el colegio donde acudía.
Haciendo ahora referencia a tu labor como profesor durante casi cuatro décadas, ¿tienes alguna anécdota memorable con estudiantes que te haya marcado?
En treinta y ocho años de docencia es imposible acordarte de todas, pero me voy a remitir a la que fue la última. Al salir del aulario (el edificio donde se encuentran ubicados los dos primeros cursos de la E.S.O.), en la última clase que di, sin esperarlo, casi todos los de primero a los que daba yo clase vinieron y me regalaron bolígrafos, gomas, etc. Entonces llevé a casa una caja llena de material escolar. Me abrazaban como que fuese su padre en vez de su profesor. Entonces, ese hecho para mí resumía todo lo bueno, mi vocación. Lógicamente, no sería todo el mundo, pero por lo menos había alguien que me iba a echar de menos.
¿Qué crees que es lo más importante para motivar a los jóvenes a leer y escribir?
Es muy difícil dar con una receta en realidad. No sé cuál es la clave. No solo la lectura, sino cualquier aspecto de la vida suele engancharte porque lo practicas al principio por un poco de curiosidad y, poco a poco, te vas metiendo. Lo más fácil es el ejemplo: cuando ves a alguien en tu propio ámbito familiar, pueden ser profesores o amigos que están disfrutando de eso. Entonces, por imitación, tú vas a ello. Probablemente, también tiene que ver con eso, con tu casa. Si has visto libros y tal, mucha gente empieza así, pero el instituto es un buen sitio. Hasta que tuve los 11 años, en mi casa no hubo ningún libro. Había El Promotor y El Santo, que eran dos revistas religiosas que en las casas de antaño las mujeres compraban. Y, sin embargo, yo tenía esa vocación por las palabras, porque también viene algo de serie, uno lo trae de serie por alguna razón misteriosa.
¿Cómo recuerdas el ambiente en el Instituto Santa María la Real de Aguilar de Campóo y la relación con tus colegas y alumnos?
En los dos casos y en general, muy, muy bien. Yo no puedo decir que haya tenido, primero, que los alumnos grandes problemas. No recuerdo ninguno. Nunca me he visto en un verdadero problema más que lo ordinario de la disciplina ordinaria, que tienes que resolverlo tú porque para eso eres docente. Entonces, el ambiente, yo creo que era muy bueno. Y claro, de colegas, pues he tenido grandísimos amigos, incluso con los del propio departamento. No ha quitado que a veces discutas cosas, que haya ciertas fricciones con otros profesores, pero en general lo recuerdo muy bien. No he tenido ningún caso para decir "de esto no me quiero acordar" o "qué mala experiencia". No, por eso no pasé.
Ahora que estás jubilado, ¿cómo planeas continuar desarrollando tu carrera como escritor?
Lo que hago todos los días es levantarme a las 7:30, que es la única fórmula que conozco. A las 8:30 ya estoy aseado y esta mañana ya he estado leyendo a una escritora que después voy a entrevistar por radio que se llama Esther García Llovet. La tengo seleccionada porque conozco su correo y ya me ha dicho que se presta a la entrevista. Me pongo a leer hasta las 10:30 o las 11, que voy a tomar un café, y después hago cosas en casa porque vivo solo. Y por la tarde, aparte de dar un paseíto, el resto de la tarde también me dedico a escribir cosas y a leer otro rato, si puedo. Una vida muy, muy de rutina, pero es que cualquier oficio, el que sea, no nace de la nada. No hay que mitificarlo. Nace de que estás unas cuantas horas al día sacando media página todos los días de algo, y al cabo de un año, pues eso es un libro. Hay que aprender eso. Al final tú ves que se hace muy bien con el género más sencillo que puede practicar cualquiera, que es poner todos los días un poco en su diario. Si uno se da cuenta, al final, cuando pasa un año tiene 500 páginas escritas o 300. Es escribir lo que sea, a ser posible lo sencillo, lo diario, pero de una forma que sea sincera.
¿Cuál es el legado que te gustaría dejar tanto en la literatura como en la educación?
En la educación espero haber dejado un buen recuerdo, un método muy tradicional, muy antiguo porque mi generación, aunque vivimos cambios, no fuimos muy innovadores. Pero respecto a la técnica de los antiguos profesores de tiza y de encerado, pues yo creo que, más o menos, lo llegué a manejar bien para que llegase lo que quería transmitir. Y legado literario, es que yo no soy nadie. Si fuese Vargas Llosa o Pérez-Reverte, pues diría "a ver si me recuerdan durante siglos con letras de oro en el libro de la historia de la literatura". Yo muy poco, pero sí dejaré unos cuantos libros y ya está. Por ejemplo, me hace mucha ilusión que estarán en mi pueblo. En casi todas las casas de un pueblo de 350 habitantes hay algún libro mío en este momento. Eso para mí ya es muy grande. Lo demás, si llego a más sitios, pues mejor. Y si no, tan contento, porque al final después de los siglos quedan cuatro, los muy, muy buenos; eso es verdad.
comentarios
Ihsan | 15-12-2024 14:14
Muy bien
Pepe | 15-12-2024 14:09
Grandísimo autor y mejor persona